Uno de los sucesos más trascendentales en los que participó Túpac Katari fue el levantamiento indígena de la región aymara en 1781.
“Fue uno de los más cruentos en la historia de la ciudad de La Paz, la cual fue cercada dos veces. El primer cerco duro desde 13 de marzo hasta el 3 de julio de 1781. Luego se dio un intermedio en donde las huestes de Katari fueron desalojadas de sus campamentos por el Coronel Ignacio Flores. El Segundo Cerco se instaló desde el 7 de agosto hasta el 17 de octubre del año antes dicho”, destaca Mamani.
El hecho que definió el fin de los cercos fue el rompimiento anticipado de la “cocha” o represa de agua que se preparaba con el fin de que cuando esté terminado, se suelten las aguas de río Choqueyapu y estas terminen por derrumbar los muros de la ciudad. Esta acción fue realizada con éxito en la localidad de Sorata, pero esta vez no rindió frutos en la ciudad de La Paz.
“Una vez capturado fue trasladado al pueblo de Peñas, el 13 de noviembre de 1781 se le tomaba las declaraciones por parte de Tadeo Diez de Medina, quien lo encontró culpable de alta traición y lesa majestad, condenándolo a morir descuartizado atado a cuatro caballos, pena similar que había sufrido Tupaj Amaru. La sentencia se ejecutó el 14 de noviembre de 1781 en el pueblo de Peñas”, dice el historiador.
Su cruenta muerte se convirtió en un símbolo de rebeldía y de lucha para los pueblos oprimidos. “Cuando se empezó a utilizar la figura de Túpac Katari, esta era un sinónimo de rebeldía, de inconformismo y de que es posible hacer retumbar los cimientos de una sociedad cuando los indígenas se unen. Se lo ha enmarcado como un jefe inclaudicable, radical y temible que se atrevió a levantarse contra el poder colonial español, en este sentido es el máximo héroe aymara cuya figura se ha reconstruido y mitificado”, subraya Mamani.
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